Desde chiquita he sido rara, y no estoy hablando de mi personalidad solamente, físicamente siempre fui diferente, cuando tenía 11 un niño se encargó de decirme que mi cara estaba mal y yo pasé horas en el espejo tratando de encontrar lo malo en ella, a veces lograba verlo otras veces no, pero el fantasma de esas críticas tan duras me ha perseguido siempre.
La mejor manera que encontré de lidiar con el problema fue ignorándolo, tratando de no verme mucho en el espejo, aprendiendo a posar en las fotos para disimular y tapándome la cara con el pelo lo más posible, así logré llegar hasta mis 33, con un trauma siempre presente en mi subconsciente, como esos dolores crónicos que ya no sientes porque te has acostumbrado a ellos pero que a veces se agudizan y puedes sentir como te lastiman pero pronto aprendes a ignorarlos de nuevo.
Se perfectamente quienes se burlan de mi y cómo lo hacen, se las palabras que usan y la forma despectiva que tienen para describirme, lo tengo claro porque he vivido toda mi vida en este cuerpo tratando de acomodar mi imagen física con la imagen mental de mi misma, pero al final enterrar el problema no hace más que covertirlo en un monstruo y no es bueno para nadie.
El sábado leí unos Whatsapps sin querer, porque el que los estaba mandando jamás imaginó que la respuesta de su amigo sería una crítica durísima, lo vi ponerse blanco mientras ambos leíamos los mensajes horribles y luego tratar de cambiar el tema, el daño estaba hecho, o bueno, no creo que sea daño más bien, la cloaca se había destapado una vez más gracias a este personaje enfrentándome a mis miedos. No me derrumbé como pensé que lo haría, porque a pesar de que se lo que dicen de mi nunca me lo habían dicho así de frente y esto cambió las cosas por completo.
Y entendí que tengo que reconciliarme con mi imagen, sin saber bien a qué me enfrentaba empecé a buscar formas de hacerlo y la primera es para mi reconociéndolo como tal, hablando de mi defecto, dejando de enterrar el hecho en un cajón como si no existiera, fui a terapia dispuesta a sacar al fantasma del clóset, y poco a poco empecé a hablar, en 3 segundos estaba yo llorando como Magdalena, mi psicólogo me llevó al espejo y me obligó a verme frente a él, Desde todos los ángulos posibles, mírate me decía, mientras yo lloraba sin control y el me detenía el pelo forzándome a enfrentarme a mi misma.
Después de esto regresamos al consultorio en donde yo seguía llorando sin parar, como liberando un río lágrimas que llevaba años tratando de correr libremente. Una vez que me calmé empezó a hablar, si, tienes una cara rara, tu lado izquierdo es asimétrico y en ciertos ángulos no encajas dentro de los cánones de belleza normales, pero para mi en conjunto eres muy atractiva, no eres bonita en el concepto clásico de ser bonita, eres guapa toda tu, con la forma en que caminas y las cosas que haces, lo que te apasiona, lo que opinas y como vives y tu cara va con eso, te lo he dicho que te he visto en la calle y te he volteado a ver sólo para darme cuenta que eres mi paciente. Y ya se que piensas que te estoy mintiendo pero nunca te he mentido, tengo pacientes a las que les he dicho de frente que no son guapas y así es la cosa.
Cuando me calmé y pude hablar de nuevo le dije que yo no me siento fea en general, estoy muy consciente de que mi cara es asimétrica y es así desde que nací y aunque muchas veces me encanto si hay ángulos en los que no me gusto ni tantito y por eso siempre traigo el pelo suelto. Y así hablando me di cuenta que es momento de abrazar eso que me hace rara o fea o chueca o como sea que la gente quiera llamarme, aunque yo soy muy consciente del problema siempre evito nombrarlo, pero creo que es momento de que mi rareza se vuelva mi cuata y deje yo de estarme angustiando por ese tipo de pendejadas, háganle el favor, llorar así por algo tan tonto como tener la cara chueca, cuando tengo un trabajo que amo, una vida que he logrado construir yo sola llena de aventuras, un perro increíble, amigos que adoro y muchas cosas padrísimas.
Reconocer así de abiertamente un defecto físico que me ha atormentado desde niña me cuesta un montón, escribir este post ha sido más duro de lo que imaginaba y publicarlo me va a costar echarme un mezcal para darme valor, pero creo que ha llegado el momento de enfrentar eso como va, necesito aprender a vivir con lo bueno, lo malo y lo cool de mi, necesito abrazarlo y reconocerlo y darle su justo peso, necesito entender que eso raro es lo que me hace única y si, la verdad es que con todo y eso se me hace que estoy guapa, tengo mis ángulos horrendos pero pues ¿Quién no? Además hasta donde se no tengo la obligación de ser hermosa, en ningún lado firmé un contrato que diga “si no soy guapa no puedo vivir en este mundo”.
Decidí sacar esto del clóset porque creo que a lo largo de este último año he trabajado lo suficiente en mi como para poder enfrentar este fantasma que me persigue desde la infancia, mi personalidad, mis éxitos, mi humor, mi inteligencia, mis vivencias y mi forma de vivir son para mi muy atractivas y este cuerpo raro que me tocó va perfectamente con esa personalidad y esa manera de vivir excéntricas que tanto me gustan.
Así, guapa por algunos lados y fea por otros me caigo bien y me tengo que aprender no a querer, a pinches amar con locura, porque esto es lo que tengo y así soy chingona, y se que no va a ser de un día para otro, pero por algo se empieza y así decidí empezar yo.
Y gracias de corazón al grupito de cuarentones casi cincuentones que se dedicaron a hablar de mi y a ponerme apodos, ustedes me ayudaron a entender que necesito aceptar esto, me ayudaron a iniciar este camino del amor propio y se los agradezco en el alma.